Vivir con VIH y querer ser padres

Los avances en el diagnóstico y tratamiento llevaron a considerar a la enfermedad como crónica. Muchas personas con el virus se plantean la posibilidad de tener un hijo. Las técnicas de fertilización asistida ofrecen la posibilidad de reducir el riesgo de transmisión.

En la Argentina viven alrededor de 110.000 personas con VIH, según cifras del «Boletín sobre el VIH-Sida en la Argentina» de diciembre 2014 y cada año unas 6.000 personas se enteran de que viven con el virus, la mayoría en etapa reproductiva, ya que la media de edad del diagnóstico es de 33 años para los hombres y 32 para las mujeres.

Los avances en los tratamientos y cobertura con antirretrovirales de alta eficacia (HAART) y los renovados enfoques terapéuticos significaron una mejoría sustancial en la calidad y expectativa de vida de los individuos que viven con VIH y quienes están en edad reproductiva ven la posibilidad de ser padres y procrear niños sin el virus.   

Así, la mirada actual de la infección como una condición crónica pone de manifiesto la necesidad de ofrecer alternativas reproductivas tanto para las parejas en las que ambos miembros viven con VIH como para las serodiscordantes (sólo con el virus) para reducir la posibilidad de transmisión entre los miembros de la pareja y la transmisión vertical (de la madre al bebé) que es responsable de la mayor parte de la infección en los niños.

El potencial de las personas VIH positivas de tener hijos no afectados y de no transmitir el virus a sus parejas ha mejorado sustancialmente, aunque el éxito no está garantizado. Las técnicas de laboratorio de lavado seminal y los tratamientos de fertilización de baja y alta complejidad están al servicio de esta meta.

Está demostrado que el semen es un vehículo de infección de VIH por lo cual, en caso de ser el hombre de la pareja quien es seropositivo, se desarrollan técnicas de lavado seminal que permiten la posterior utilización del semen en el procedimiento de fertilización asistida seleccionado (inseminación artificial, fecundación in vitro, ICSI, ovodonación) cuya complejidad dependerá de otros factores reproductivos tanto del hombre como de la mujer de esa pareja.

 Por otra parte, las relaciones sexuales sin uso de preservativo en parejas serodiscordantes no es aconsejable debido al riesgo potencial de transmisión a la pareja. Ese riesgo es bajo (pero existente al fin) siempre que la persona infectada se encuentre bajo tratamiento con antirretrovirales.

Al igual que en otras condiciones que suponen un riesgo perinatal, la consulta preconcepcional es clave en este grupo de pacientes, especialmente si la mujer es seropositiva para realizar un control del estado reproductivo y médico para descartar otras infecciones de transmisión sexual (ITS), lograr la estabilidad inmunitaria y virológica antes de la búsqueda del embarazo y planificar la continuidad del tratamiento durante la gestación. Un equipo multidisciplinario (infectólogos, expertos en fertilidad, en VIH, en biología y embriología, y psicoterapias) debe acompañar el proceso para involucrar a los futuros padres minimizando riesgos y complicaciones.

Según el relevamiento del «Boletín sobre el VIH-Sida en la Argentina», el número de notificaciones de partos de mujeres con VIH desde 2009 a 2013 fue de 2.569. De ese total, el 47% de las mujeres comenzaron su embarazo con diagnóstico de VIH, el 35% lo obtuvo durante el embarazo, 3% durante el parto y otro 3% durante el puerperio inmediato; otro 12% fue en un momento desconocido.

El control de la mujer seropositiva antes y durante del embarazo es clave para minimizar los riesgos de transmisión vertical. Se sabe que el mayor porcentaje de transmisión ocurre cerca del momento del parto o durante el mismo. Una madre seropositva sin tratamiento con antirretrovirales que tenga un parto vaginal y amamante a su bebé tiene 28% más de riesgo de transmitir la enfermedad a su hijo.  Según datos publicados por la revista Human Reproduction, esta cifra desciende a cerca de 2%  cuando la madre está bajo medicación antirretroviral, se aplican técnicas específicas de laboratorio en los tratamientos de reproducción humana, el parto es por cesárea y no amamanta al pequeño. En la Argentina, se registra 6% de transmisión vertical.

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