Consumo responsable de la sal

La ingesta máxima recomendada por la OMS es de 6 gramos diarios, pero en el país se consume el doble. La mayor parte del sodio proviene de la sal agregada a las comidas y de los alimentos procesados. Por ende es importante no abusar del ingrediente y prestar atención a las etiquetas. 

La sal es popular y tradicional en la cocina mundial y está presente en el ser humano desde épocas remotas: primero como conservador de alimentos y luego añadida como condimento.

Cada gramo contiene entre un 40% y un 60% de sodio, un nutriente esencial que permite al organismo mantener el equilibrio iónico y retener el agua para conseguir un buen nivel de hidratación.

Las necesidades diarias de sal recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) son de 4 a 6 gramos por día, lo que equivale a 1.6 gramos de sodio. En Argentina, según datos del Ministerio de Salud de la Nación, el consumo por persona ronda los 12 gramos diarios, el doble del valor máximo recomendado. En cuanto a las personas con hipertensión, se recomienda 2 gramos.

El principal desafío es volver a nuestra condición natural, no agregando sal a las comidas y tratar de evitar aquellos alimentos con alto contenido de sodio, tarea que no es fácil ya que se deben realizar modificaciones en la conducta alimenticias

¿Pero dónde está presente la sal? La mayor parte del sodio que consumimos proviene de la sal agregada a las comidas y de los alimentos procesados. Debemos estar atentos a la cantidad de sodio que indican las etiquetas de los comestibles, ya que estos valores sumados a la sal que se agrega al ser consumidos, puede superar los niveles saludables indicados por la OMS.

Se consideran alimentos con una cantidad elevada en sodio aquellos que presentan más de 500mg por cada 100mg de alimentos, equivalente a un 1.3% de sal.

La carne, por ejemplo, contiene 65mg de sal, el huevo 122 mg y el pescado 140 mg, en 100gr, una rodaja de pan contiene 114mg, cuatro fetas de panceta 548mg y tres medialunas tienen toda la cantidad de sal que una persona con hipertensión arterial puede consumir en una semana.

Incluso en el agua encontramos sodio: el agua corriente en Buenos Aires ronda los 24mg/l, el agua mineral entre 110 y 164 mg/l, mientras que el agua bajo en sodio tiene 10mg/l.

El consumo excesivo de sodio es una de las principales causas de enfermedades cardíacas, ya que, entre otras, puede generar aumento de riesgo de hipertensión arterial y empeorar los síntomas asociados a enfermedades del corazón. 

El cuidado en el consumo de la sal fue uno de los temas centrales del XXIV Congreso Interamericano de Cardiología y el XXXIX Congreso Argentino de Cardiología que se realizó 18 al 20 de octubre.

¿Pero qué consecuencias puede traer el consumido excesivo de sal? Uno de los avances más importantes en la medicina consistió en detectar que, por sus propiedades, el consumo en exceso del cloruro de sodio (sal) aumenta los riesgos de padecer patologías vasculares. De esta manera, se estableció que la sal perjudica a las personas más allá de su edad o su condición física, ya que inclusive se observaron eventos cardiovasculares en individuos con presión arterial normal.

El consumo excesivo y prolongado de sodio:

• Provoca retención de agua (con el consiguiente aumento de peso y exigiendo al corazón, hígado y riñones manejar mayor volumen de líquido y trabajar por encima de sus posibilidades.

• Aumenta el riesgo de hipertensión arterial

• Empeora los síntomas asociados a enfermedades del corazón, hepáticas y renales

• Agrava cualquier disfunción del organismo en fumadores, diabéticos y obesos

• Se encuentra asociado también a enfermedades tan graves como el cáncer de estómago y la osteoporosis.

El Dr. Jorge Tartaglione (MN 67502) , es médico cardiólogo miembro de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC)

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