Trastornos alimenticios y alcohol, mezcla que enferma a las mujeres

Entrevista de Ana Paula Cordero.- Cada vez es mayor el número de mujeres de entre 15 y 35 años que padecen alcohorexia, una peligrosa combinación de trastornos alimentarios y abuso de alcohol. En diálogo con DocSalud.com, la médica psiquiatra Juana Poulisis enfatiza la necesidad de conocer los riesgos, estar alerta y actuar cuanto antes.

Cada vez es mayor el número de mujeres de entre 15 y 35 años que padecen alcohorexia

En los últimos diez años creció el número de mujeres jóvenes que comen menos para poder beber más, un dato que preocupa porque las consecuencias pueden ser muy serias y en el corto plazo. Un factor agravante es que ellas toman a la par de los varones, cuando tienen una constitución y predisposiciones físicas muy diferentes: “El metabolismo femenino no procesa de la misma manera la bebida, además, las mujeres tienen mayor tendencia a crear dependencia alcohólica y como consecuencia sufrir abusos físicos o sexuales en estado de ebriedad”, puntualizó a DocSalud.com la Dra. Juana Poulisis, autora del libro Los nuevos trastornos alimentarios.

Comer menos para beber más

Un reciente estudio, dirigido por la investigadora Victoria Osborne de la Universidad de Missouri, da cuenta de que la alcohorexia afecta tres veces más a las mujeres, quienes dejan de comer antes de los atracones de alcohol para no subir de peso, pero también para gastar el dinero en tragos o para lograr el estado de embriaguez más rápido. Aunque no hay estudios epidemiológicos en Argentina, el informe para las Américas de la Organización Mundial de la Salud (2006) estima que un 30% de las mujeres estadounidenses de entre 18 y 24 años se saltean comidas para ingerir más alcohol. 

Periodista: ¿Qué prácticas incluye la alcohorexia?

Juana Poulisis: La restricción alimentaria y los atracones de alcohol. Además puede haber prácticas de purga.

P.: ¿Por qué se realizan estas prácticas?

J.P.: La restricción alimentaria se hace para evitar el aumento de peso que genera el atracón con bebidas alcohólicas. Este nuevo trastorno alimentario se asocia con la obsesión por estar flacas y también con que entre los adolescentes está legitimado tomar mucho, por ejemplo en “las previas”. La frase más escuchada en el consultorio es: “No como para que me pegue más el alcohol y así poderme divertir en la noche”. Así, primero está la obsesión por estar delgadas pero, como quieren tomar mucho alcohol para desinhibirse, restringen su alimentación para no engordar.

P.: ¿Cuál es el peligro de confundir calorías con nutrientes?

J.P.: Quienes padecen este trastorno suponen que pueden sustituir las calorías que les aportan los alimentos por las del alcohol. El error más grave y perjudicial para la salud es ignorar que, mientras que la comida brinda calorías y nutrientes, el alcohol solo aporta calorías vacías. Por eso, la alcohorexia provoca un déficit de vitaminas, minerales y nutrientes primarios, generando un estado crónico de cansancio y la propensión a contraer enfermedades.

Riesgos que hay que conocer


P.: ¿Qué peligros enfrenta quien padece este trastorno?

J.P.: La situación de altísimo riesgo de estas pacientes es la combinación de las complicaciones propias de los trastornos alimentarios y de las derivadas del abuso de alcohol. Dentro de las consecuencias de los trastornos alimentarios se encuentran la disminución del potasio, las alteraciones en el electrocardiograma, el adelgazamiento de la musculatura cardíaca, mareos, baja presión, anemia, osteopenia y osteoporosis, esterilidad y depresión. Por otro lado, el abuso de alcohol genera que la persona no tenga hambre o se olvide de comer, con el consiguiente déficit nutritivo. Además, las mujeres alcoholizadas están más expuestas a sufrir abusos sexuales, caídas y traumatismos, accidentes de tránsito, a verse envueltas en episodios de violencia y a tener embarazos no deseados. También corren más riesgo en la transmisión de enfermedades venéreas. Otras complicaciones serias son las enfermedades hepáticas, el paro cardíaco y el coma alcohólico irreversible, que puede ocasionar la muerte.

P.: ¿Cuáles son los riesgos específicos de la alcohorexia?

J.P.: El exceso de alcohol junto a la ausencia de comidas funciona como un cóctel explosivo. Quien asocia conductas de ayuno, bajo peso, purgas y atracones de alcohol, aumenta los riesgos propios de los trastornos alimentarios y del consumo de alcohol.

 

Atracón de alcohol

P.: ¿Qué es un atracón de alcohol y qué daños provoca?

J.P.: Es la ingesta de grandes cantidades de alcohol en un corto período de tiempo, entre una y dos horas aproximadamente. Suele realizarse durante las salidas nocturnas y su característica fundamental es que se bebe de manera compulsiva y rápida. Hay que recordar que el atracón, ya sea de comida o de alcohol, es una conducta impulsiva. Específicamente, tomar alcohol en forma de atracón causa intoxicaciones más graves, se altera el ritmo cardíaco y puede generar tolerancia y dependencia. Además, provoca daños cerebrales más serios y afecta al sistema nervioso de distintos modos: interfiere en el desarrollo del cerebro, afecta la memoria, el aprendizaje y la capacidad de planear tareas.

P.: ¿Por qué es tan importante comer antes de beber alcohol?

J.P.: Hay que recordar que la comida funciona como un amortiguador que hace más lenta la absorción del alcohol previniendo la intoxicación aguda. El primer trago después de no haber comido nada en todo el día se absorbe en 15 minutos al 100%. La absorción en ayunas es casi inmediata, por eso el riesgo de coma alcohólico es mucho más factible.

P.: ¿Cuál es la diferencia entre alcoholismo y alcohorexia?

J.P.: Mientras que el alcoholismo implica una dependencia de la sustancia, en la alcohorexia hablamos de un abuso: hay que recordar que si bien las pacientes no muestran síntomas de abstinencia en los primeros tiempos, cuando el abuso de bebidas alcohólicas se realiza con mayor asiduidad y en dosis mayores, es probable que se desarrolle la adicción, por eso es tan importante el diagnóstico precoz.

Detección y tratamientos

P.: ¿Cuáles son las señales que no debemos dejar pasar en otros y nosotros mismos?

J.P.: Hay cuatro preguntas orientativas que son clave: ¿Me restrinjo en mi plan alimentario pero cuando se trata de beber no me limito? ¿Suelo beber en grandes cantidades y en forma veloz para que me haga más efecto? ¿Trato de comer menos durante el día si planeo tomar alcohol? ¿Pienso en vomitar para no engordar cuando tome alcohol? Estas preguntas también sirven al entorno ya que quien sufre alcohorexia suele ser el último en aceptarlo y son los padres, la red familiar y los amigos los primeros en hacer el diagnóstico. Por eso es tan importante que sepan detectar las señales y actuar a tiempo. En el caso de las adolescentes, hay que observar su comportamiento los días que salen, ver cómo se alimentan durante ese día, prestar atención que no salteen comidas y tratar de comer en familia.

P.: ¿Cómo se trata la alcohorexia?

J.P.: El tratamiento debe ser multidisciplinario y dual, que cuente con un grupo de personas especializadas en trastornos alimentarios y en abuso de sustancias. También tiene que haber orientación nutricional (individual y familiar) para evitar la restricción alimentaria de manera paulatina. Siempre hay que recordar que es un problema familiar, por lo que hay que trabajar con la paciente y con la familia, para incluir todos los alimentos y evitar los circuitos de restricción y purga. Según el caso, debe evaluarse el peso de la paciente para determinar su internación o el trabajo en un hospital de día. Del mismo modo hay que evaluar el riesgo clínico.

P.: ¿Qué debe incluir el tratamiento?

J.P.: Un nutricionista, un psiquiatra, terapia familiar, grupos de psicoeducación y, en algunos casos, psicofarmacología.

P.: ¿En qué consiste la psicoeducación?

J.P.: En estos grupos se les enseña qué generan sus prácticas, cómo funcionan estos circuitos de restricción-purga, cómo cortarlos, cómo modular las emociones con prácticas más saludables. También se las psicoeduca en la forma de pensar, ya que en general tienen una forma de pensar muy negativa. Para ello se desarrolla una terapia cognitivo-conductual para mejorar su autoestima, su pensar sobre sí y sobre los otros.

Entrevista de Ana Paula Cordero

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