Diabetes: la epidemia del siglo XXI

La cifra de personas que viven con diabetes continúa en aumento y, por primera vez en la historia, una enfermedad no infecciosa se considera una grave amenaza para la salud mundial, al igual  que el VIH/SIDA. Sólo en Argentina hay dos millones y medio de diabéticos, y la mitad ni siquiera lo sabe.

Según estimaciones de la Federación Internacional de Diabetes (FID), una persona muere cada siete segundos por causas vinculadas con la patología. Esto representa un total de 4,6 millones de defunciones al año en todo el mundo. Aproximadamente un 80% de los decesos se registran en países de ingresos bajos o medios, y casi la mitad de ellos ocurren en pacientes de menos de 70 años,  el 55% mujeres.

La OMS calcula que las muertes por diabetes aumentarán en más de un 50% en los próximos 10 años si no se toman medidas urgentes. Es más, se prevé que hasta el 2015 estas muertes aumenten en más de un 80% en los países de ingresos medios altos.

¿Cómo actúa la enfermedad?

En las personas con diabetes, el páncreas no produce insulina o esta hormona no cumple bien su función, y es por ello que aumenta el contenido de glucosa en la sangre (glucemia), al mismo tiempo que disminuye dentro de las células. Dicho de otra manera, la diabetes se caracteriza por una escasa,  lenta o nula utilización del azúcar de la sangre.

La hiperglucemia (aumento de la glucemia) es una característica de la diabetes no controlada, y con el tiempo produce importantes lesiones en muchos sistemas orgánicos, y en particular en nervios y vasos sanguíneos, ya que el azúcar se «pega» en los tejidos, depositándose silenciosamente durante meses o  años antes de producir alguna molestia.

El exceso de esta sustancia se traduce en un envejecimiento acelerado, lo que predispone a una arteriosclerosis en adultos jóvenes y comprometiendo varios órganos el cuerpo: ojos, riñón, corazón, entre otros.

Existen principalmente dos formas de diabetes denominadas tipo 1 y tipo 2. La primera, conocida como diabetes insulinodependiente o de inicio en la infancia, se caracteriza por la producción insuficiente de insulina en el páncreas. Sin la administración diaria de esta hormona las personas pueden morir debido a la incapacidad de metabolizar la glucosa de los alimentos.

Sus síntomas, que suelen aparecer bruscamente, consisten en una producción excesiva de orina, sed, hambre constante, pérdida de peso, alteraciones visuales y fatiga. Se presenta principalmente en niños y jóvenes, aunque puede aparecer en cualquier edad. No se conocen con exactitud las causas de la pérdida de funcionalidad del páncreas, pero en la mayoría juegan un papel muy importante los factores auto-inmunitarios tales como: la autoagresión por parte del sistema inmunitario hacia el páncreas, determinados virus, factores genéticos, etc.

La diabetes de Tipo 2, de inicio en la edad adulta, se debe a que el organismo dispone de insulina pero no la utiliza eficazmente. El 90% de los diabéticos del mundo padecen esta variante de la enfermedad que está estrechamente vinculada al peso corporal excesivo, la alimentación inadecuada y excesiva y a la inactividad física. 

Los síntomas son muy solapados. En consecuencia, es posible que la enfermedad sólo se diagnostique varios años después de su inicio, cuando empiezan a manifestarse sus complicaciones. Hasta hace poco, este tipo de diabetes sólo se observaba en los adultos, pero ahora también empieza a verse en niños obesos. Afecta cerca del 7% de la población en Latinoamérica. Las personas con diabetes Tipo 2 pueden tener los mismos síntomas, pero no resultan tan obvios. Muchos no presentan señales y cerca del 50% pueden tener la enfermedad y no saberlo.

Algunos de estos problemas pasan desapercibidos hasta que llegan a ser serios, complicándose con enfermedades cardíacas, apoplejía, pérdida de visión o ceguera, enfermedad de los vasos sanguíneos, gangrena (normalmente en los dedos del pie y en los pies), insuficiencia renal, infecciones de encías y pérdida de dientes e impotencia en hombres.

Tratamiento

El abordaje está centrado en controlar la enfermedad, es decir lograr normalizar el nivel de glucosa en sangre, las alteraciones en las grasas sanguíneas (colesterol y triglicéridos), la presión arterial y el peso corporal. En algunas personas, perder un 10% de sus kilos genera una mejoría importante de la diabetes Tipo 2. En todos la pérdida de peso, el ejercicio y la atención cuidadosa de la alimentación genera una mejoría importante de la enfermedad  y permite mantener la diabetes bajo control. Muchas personas, especialmente aquellas incapaces de hacer cambios adecuados en el estilo de vida, necesitan tomar píldoras, y un porcentaje precisa aplicarse insulina para lograr el adecuado control y prevención de las complicaciones.

Cómo evitar la enfermedad o sus complicaciones

Si bien todavía no es posible prevenir la diabetes tipo 1, permanece como un objetivo para el futuro. Se  puede reducir el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 a través de los cambios de estilos de vida  sostenidos, tanto de la alimentación como en la actividad física. 

Esto fue demostrado por  numerosas  investigaciones, entre ellos el  Estudio Finlandés de Prevención de Diabetes, donde los  cambios en los estilos de vida han sido  más efectivos que el uso de medicamentos.  Alcanzar y mantener un peso corporal normal y al menos 30 minutos de actividad física regular -de intensidad moderada- , resultaron eficaces para controlar la patología, según el trabajo.

También en las personas que ya tienen diabetes, las medidas preventivas son efectivas para evitar complicaciones. Las intervenciones factibles y económicas en los países en desarrollo incluyen un control adecuado de la glucemia, la tensión arterial y cuidados podológicos, realizando el control médico periódico.

Alimentación

Una persona con diabetes debe tener una alimentación con las calorías necesarias para mantener un peso adecuado, a expensas fundamentalmente de hidratos de carbono de absorción lenta, evitar los  azúcares y las grasas animales. Las recomendaciones dietéticas no difieren de las realizadas para la  población general, ya que el aporte de calorías, proteínas y grasas es el mismo, aunque poniendo  especial énfasis en: 

1)Reducir la ingesta de azúcares, ya que producen mayor aumento de la glucosa en sangre que los  hidratos de carbono complejos. Esto no quiere decir que se renuncie al sabor dulce en los alimentos,  puesto que se pueden sustituir por edulcorantes como la sacarina, aspartame entre otros.

2) Mantener los hidratos de carbono complejos (legumbres, pastas, pan, verduras, hortalizas) como base de la alimentación, incluyendo siempre este tipo de alimentos en los primeros platos de las comidas  principales.

3) Es muy importante consumir fibras (frutas, verduras, cereales integrales, legumbres) para regular el  tránsito intestinal y el ritmo de absorción de hidratos de carbono.

Las personas con diabetes pueden consumir los mismos comestibles que el resto de la familia. Todos se  beneficiarán al alimentarse de manera saludable, por lo que la familia entera puede adoptar un mismo  plan de comidas. Para armar una dieta, es necesario consultar al médico y nutricionista. Hay muchas técnicas que son útiles para optimizar un plan, tales como seguir las indicaciones de la pirámide, calcular el plato de comida, las listas de intercambio y  el  conteo de carbohidratos.

 

Fuente Sociedad Argentina de Diabetes

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