Los efectos nocivos del paco

La droga, altamente adictiva, posee elementos muy tóxicos empleados para bajar sus costos. Sin embargo, su consumo dejó de ser económico, ya que se necesitan muchas dosis diarias para mantener su efecto. Provoca alta dependencia orgánica y psicológica y puede provocar la muerte cerebral a corto plazo.

Si alguna vez drogarse, para quienes lo hacían, llevaba implícito una ideología  y un estilo vida que implicaba hasta un tipo de beneficio existencial, con la aparición del paco todos esos argumentos, cuanto menos no solo deben reformularse, sino que también ameritan la pregunta de si su gestación no fue consecuencia de esa misma visión alimentada por el marketing que hace el propio narcotráfico.

La pasta base de cocaína es extraída de las hojas de coca, y el paco no es más que  el residuo que queda cuando ésta es purificada a clorhidrato de cocaína a través de procesos químicos que utilizan sustancias altamente tóxicas para el cerebro. Su apariencia es de un polvo blanco o amarillento, dependiendo de la cantidad de sustancias que se le agregan para diluirla.

El paco es más toxico para el organismo que la cocaína sola y que otras drogas. Es altamente adictivo y genera un alto compromiso, tanto físico como psicológico. Un consumidor de fin de semana fácilmente puede devenir adicto en poco tiempo.

Entre sus altos componentes tóxicos, que se emplean en su producción para abaratar costos,  se encuentran el kerosene, el ácido sulfúrico, el talco, el vidrio molido de tubos fluorescentes, las anfetaminas y las aspirinas, entre otros.

Consecuencias neurológicas y secuelas para el desarrollo

Su consumo afecta nocivamente al cerebro, hasta el punto que lesiona el lóbulo frontal, donde se ubican los 18 milímetros de neuronas que distinguen nuestra vida de la de los chimpancés. Por ejemplo, como consecuencia de la aspiración del kerosén se disuelve el recubrimiento mielínico de los axones, lo que impide la transmisión de los impulsos eléctricos en las neuronas.

Las secuelas que generan tales lesiones impactan directamente en la conducta, con escasa capacidad de frenar los impulsos, de controlar la motricidad y la agresión, de pensar en las consecuencias de los actos, y de su conciencia moral.

Su consumo en etapas de desarrollo tales como la pubertad y adolescencia, deja secuelas que limitan el ulterior desarrollo de las funciones psíquicas tales como la memoria, la atención, laconcentración, y por ende,  la capacidad de aprender y de desarrollarse tanto psíquica como emocionalmente. Así, quien lo ingiere hipoteca sus posibilidades de progreso en el futuro laboral como la posibilidad de constituir una familia funcional.

Impacto en el organismo

Según informes de centros toxicológicos, el efecto del ácido sulfúrico que contiene el paco produce enfisema y cáncer pulmonar a mediano plazo. A su vez, la combustión del kerosén genera monóxido de carbono, el cual substituye el oxígeno en los eritrocitos del plasma, lo que genera expectoración de sangre o mucosa sanguinolenta del tracto respiratorio. A su vez, su consumo durante el embarazo produce mutaciones severas en el feto.

Otros de sus efectos son la degradación progresiva de la piel, el debilitamiento de los músculos, la reducción acelerada del peso corporal (en algunos casos produce anorexia), el desgano y el insomnio, la midriasis (dilatación de la pupila por encima del diámetro normal de 4 mm), náuseas,  vómitos,  hipertensión arterial, migraña severa y taquicardia. Frecuentemente produce ulceraciones en los labios y la cavidad bucal y por último, su consumo sostenido produce muerte cerebral a muy corto plazo.

Los efectos del consumo, distinguirlos en cuatro fases:

Durante la primera, produce euforia, disminución de inhibiciones, sensación de placer. Hiperexcitabilidad, intensificación del estado de ánimo, aceleración de los procesos de pensamiento, además de sensación de ser muy competente y capaz. También ocasiona disminución del hambre, el sueño y la fatiga, además de cambios en los niveles de atención. Por último, ocaiona aumento de la presión sanguínea, la temperatura corporal y el ritmo respiratorio.

En una segunda etapa es capaz de producir malestar, seguido de fuerte sensación de  angustia, depresión brusca, inseguridad, deseo incontenible de consumir para buscar los efectos de la primera fase, tristeza y apatía.

La tercera fase es la de consumo compulsivo, donde se empieza usar paco de manera interrumpida, aún cuando hay dosis en sangre para evitar la disforia.

La cuarta etapa es la de la psicosis y las alucinaciones, donde el consumo puede provocar la pérdida del contacto con la realidad,  que puede darse después de días o semanas de fumar con frecuencia. Estas alucinaciones pueden ser visuales, auditivas, olfatorias o cutáneas.

El fuerte poder adictivo del paco radica en la sensación de euforia que siente solo al ingerir las primeras dosis. Ese estado suele ser tan intenso como la angustia que sobreviene luego.

Durante la fase de euforia, que dura entre uno a cinco minutos, el aspecto del consumidor es similar al de los zombis que aparecen en la ficción: sus movimientos son torpes, se quedan sin habla, y se le abren los ojos mas de lo normal. Tras este estado sobreviene una intensa y aguda sensación de angustia, acompañada por un deseo de ya no existir y volver a consumir.

Consecuencias sociales

Estos altos niveles de angustia conducen a acciones desesperadas para conseguir la droga, deviniendo problemas de índole familiar, social, judicial y de seguridad. Con tal de conseguir dinero para las dosis, engañan primero a sus padres y amigos y después terminan por robar o vender lo que tienen a mano.

Como dato relevante, de la población de policonsumidores que tenía hábitos de ingerir diversas sustancias psicotóxicas como marihuana, alcohol, psicofármacos, una vez que comenzaron con el paco, quedaron fijados en su consumo sin siquiera probar las otras sustancias que la precedieron a su consumo.

Otro aspecto significativo es que si bien, su consumo comenzó en los estratos bajos e indigentes, y se la consideraba como la “droga de exterminio” de las poblaciones vulnerables, en la actualidad su consumo se registra en todo el arco social, en clases medias y altas.

Su ingesta dejó de ser económica, dado las cantidades de dosis que se requieren para poder alcanzar los estados mencionados en la primera fase. Se observa que sus hábitos de consumo está desplazando al uso de las otras sustancias y sus consecuencias forman parte del denominador común que hacen a las condiciones sociales de inseguridad, como  robos, delitos, accidentes y violencia.

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí